Mezcle la soledad diminuta de su existencia
con el cabalgar de tanques y de historia.
Sus cigarrilos abandonados
En cuartos de hotel infinitos
Mezcle
Sus viajes
Por la nebulosa de Orión
O las puertas de Tanhausser
Con el diminuto aliento de los días
O un arroz con chipi chipi.
Mezcle la rutina del funcionario de la Stasi
Con el trópico amenazado por el agujero de Ozono
Mezcle
Mezcle a los beatniks y el aullido de Ginsberg
Con la cusilería romántica de Bolívar.
Persígnese ante una bala bañada en agua bendita.
Transpórtese en moto o en teleférico
Récele a la virgen de los sicarios
Odie a la Cía y ame a Bob Dylan
Confíe más en el perico adulterado que en los viajes tipo Castañeda con LSD en Choroní
Mezcle a un taxista portugués con Robert de Niro fascista limpiando las calles
Oiga reggae cuando vaya hacia a la playa
Y baile con los tambores intoxicado de guarapita
Bata la guayaba con jugo de asesino
sea del opus dei pero hágase un despojo
hable con Dios todos los lunes por la mañana
y por la noche
disfrute entre las piernas del placer de Maria lionza
sea nieto de un nazi con acento argentino
y de una mulata con perfume francés
diga carajo en gallego y sea generoso como un pirata
crea en Marx y en la virgen de Guadalupe.
Mezcle las dosis
Mezcle los elementos
Asuma sus contradicciones con la cara bien lavada
Mezcle la música de todos esos años en los que navegó en el olvido.
No diga groserías a menos que sean gritadas
Mezcle el paso de sus suelas asesinando con los charcos
Mezcle
Con el sabor de los besos de una rubia de película de detectives
Mezcle el silencio del cinismo
Con la ira heroica y confundida de la reprobación
Mezcle su miedo con su ira,
Recuerde su pasado guerrillero mientras viaja hacia Miami;
Mezcle lo que no quiso recordar
Con lo que no se olvida.
Recoja las cintas grabadas
Y abandone de nuevo, un hotel, una pensión o un amante.
Lea el tarot y confíe en la sapiencia absurda de su viaje.
Prometa morir como Isadora Duncan o Alfonsina Storni de alguna muerte preciosa
Mezcle su soberbia onmipotencia con la cínica creencia, de que la superstición,
Mezcle la dulce melancolía de su desprecio
con la obscena necesidad de su deseo
Y obtendrá
Ésta noche asesina de Caracas
En donde las chamitas del colegio de Monjas
Se enamoran de jíbaros que tocan violín
y
una ciudad que cada noche vuelve a ser descubierta
Crea en los procesos y no en las soluciones
Crea en su moralidad sólo mientras acusa a alguien.
Hable del buen rollito mientras explota a la muchacha de servicio
Hable del papa mientras le hace un trabajito a la vecina de enfrente.
Cambie su hallaca en marzo
por el sandwich de jamón serrano con albahaca
Y échele teriyakki a ese perrito inmundo
Y use cuatro productos para lavarse el pelo
Y plánchese esos crespos judíos
para que nadie pueda decirle negra
Haga fisicoculturismo mientras se lee a Rimbaud
Y hable suavecito mientras no le saquen la piedra.
Un ocaso del alma pura
el humo de los carros y las tetas de silicona diciéndose socialistas.